A los 20 años, la piel se broncea y el sol no parece afectar a la juventud de nuestra piel. A los 30 años aparecen las primeras arrugas provocadas por el sol, y a los 40 aparecen manchas oscuras por la exposición a los rayos UV. Por supuesto, el envejecimiento natural de la piel está implicado, pero no es el único factor. Los efectos del sol tienden a acelerar este fenómeno. ¿Cómo? Lo explicamos todo.
La piel bloquea casi el 90 % de los rayos UVB y el 80 % de los UVA de forma natural, pero el porcentaje restante llega a nuestra piel con mayor o menor profundidad dependiendo de la persona. Cuando los rayos ultravioleta llegan a las células, provocan un estrés oxidativo, causado por los radicales libres. Normalmente, este estrés oxidativo se corrige mediante mecanismos reguladores naturales. Pero con la edad, y en caso de exposición prolongada a los rayos UV y, en particular, a los UVA, este mecanismo se ve desbordado y los radicales libres aumentan.
La consecuencia directa de este estrés oxidativo es una alteración de la salud de las células. Por ejemplo, los rayos UVA pueden perjudicar la correcta división celular y reducir así la capacidad natural de reparación de la piel. Del mismo modo, pueden dañar ciertas proteínas celulares que luego se vuelven tóxicas para la célula. Normalmente, estas toxinas son eliminadas de forma natural por las células, pero también en este caso, con la acción de los rayos UVA, este metabolismo se altera y funciona mal.
Así, el estrés oxidativo provoca la degradación de la elastina y el colágeno, lo que da lugar a la flacidez de la piel, la pérdida de elasticidad y firmeza y la alteración de los melanocitos.
Nota: el efecto del sol suele producirse antes en las personas con piel clara, que es menos resistente a los rayos UV.
Manchas, arrugas... los signos inevitables del envejecimiento de la piel
El envejecimiento de la piel provoca la aparición de manchas que antes no existían. Estos signos son especialmente visibles en las zonas expuestas, como el rostro, las manos o la zona del pecho. Las más comunes son las manchas de pigmentación (hiperpigmentación), con diferentes grados de oscuridad. También conocidas como «manchas de la edad», aunque pueden aparecer a cualquier edad, no son peligrosas para la salud. Simplemente reflejan una disfunción de los melanocitos, las células que pigmentan la piel. Esta disfunción también funciona a la inversa, con la aparición de manchas blancas (hipopigmentación) en la piel.
Otros signos del fotoenvejecimiento son las arrugas, más o menos pronunciadas, que son el resultado de la pérdida de tonificación, elasticidad y firmeza de la piel, pero también de la sequedad cutánea. Recuerde que una exposición excesiva a los rayos UV acelera todos estos signos.
No existe una cura milagrosa, pero un estilo de vida saludable y responsable es un importante aliado para proteger la piel, su capital de resistencia al sol y su juventud. En otras palabras, no dude en:
